HOMBRE DE MASCARAS

En el azul cristalino de tus horizontes donde tantas veces me perdí ensimismada hoy son cortezas las que arropan mis noches de letargo. Y donde el polvo del recuerdo se hacia insoportable ahora revolotean hojas secas sobre soledades que anido. A ti...
Esparcidor de cortinas de humo. Inmóvil permanezco frente al precipicio de tu humillación buscando respuestas que mitiguen los sinsentidos que me hicieron creer en palabras huecas. Ladrón de castillos de naipes. Dime en que escondrijo puedo ahora depositar de poco a poco tanta vergüenza acumulada para no desfallecer sobre tumbas solitarias. Ermitaño de abrazos pesantes. Quien va a devolverme ahora las carreteras que construí para no perderme. Acaso eran necesarias tantas promesas? No bastaba arrebatarme aquellas secreciones prohibidas? Comer con prisas nunca me fueron apetecibles. Siempre lo supe. Dejaste un silencio aplastante de catedral aun se agrietan las sabanas de mi lecho por el olor a mojado mi frágil piel es arrancada en tiras cuando divago y el sabor a hiel es incesante. Pero has de saber algo hombre de mascaras. Para apartarme de la travesía no eran necesarios los encarnizamientos vertidos tampoco aquellas avalanchas de frios dardos ni destierros de mutismo para ocultar mentiras. Tan solo debías ser honesto, solo eso.