SIN QUERERLO...

Sin quererlo, se dejó llevar por el abandono.

Sin quererlo, dejo de tejer sueños.

Aquellos que la conocieron la vieron deambular por rincones donde el olor a nostalgia era denso y sus pies descalzos pisaban las losas de la indiferencia en las gélidas noches. A veces, se la podía ver cuando acompasada por el viento balanceaba su cuerpo desnudo en pesadumbres, mientras se resignaba a vivir. Otras, llena de culpa, yacía inerte, sin esas ganas que dan de robarle un minuto al tiempo. Su fortaleza se fue sofocando, su locura avivando. Con los ojos cosidos por el hastío, de entre sus manos se escapaban sin saber por qué toda la voluntad marchita. Otras con la mirada perdida, contemplaba sin resistencia como sus sueños esparcidos en cenizas iban desapareciendo lentamente.

Todo en ella se desvanecía. 

De sus labios tan solo eran gemidos los que apelaban al silencio para quedarse. Ya nada dolía cuando suplicando se relamía en solitario las heridas. Poco importaba, fingir esconderse de aquellas miradas que la ignoraron durante tiempo. Así la encontraron, aferrada al último suspiro, buscando tal vez llena de remordimientos la esperada bocanada de vida.

Aquella que un día dejo de alimentar sin quererlo.

Aquella que dejo escapar sin quererlo.