LA COMETA

Sobrevuela agridulce la cometa, sobre los fondos color plomizo de la noche, del que siente añoranza en blanco y negro.

Zarandeada en el cielo roto, traza sigilosa las curvas del olvido, de aquellas tempestades pasadas y que hoy trata de cernir.

En zig zag se recrea con el viento, resiste brusquedades en solitario, cae, pero retoma siempre el vuelo manteniéndose erguida frente a la alborada que a de llegar.

Los curiosos pululan a hurtadillas para contemplar ensimismados, mientras flamea deseos de libertad desplegándose en eternas mariposas. Otros murmuran a escondidas palabras que se pierden con el zumbido de las alturas.

Solo a veces se pueden escuchar los chasquidos de huesos debilitados por los años, cuando trata de liberarse del nudo que la somete.

En las últimas gotas de una tormenta anunciada, el azul se intuye entre las nubes.

Y mientras amanece, llega la ilimitada calma de una cometa que nunca descansa.