En el
quicio dónde aguardan mis añoranzas sostengo el candil que alumbra, en la
frialdad del verano, los recuerdos que ya han dejado de doler y son insufribles
las lágrimas. Porque nunca mas caminaré de espaldas a tu silencio que no dieron
respuestas.
Desde ahora
inventaré todos los atajos posibles que me lleven de regreso a ti, con
insistencia, pero sin que te des cuenta, sin que me sientas llegar, a
hurtadillas.
No habrán
mas sueños imposibles persiguiéndote desnuda por callejones olvidados, ya no derramaré
lágrimas de eternidad en las sábanas del tiempo que nos separa, ni despertaré viendo
que no estás, a mi lado, justo donde te soñé.
Te seguiré,
despierta, a dónde tu te dirijas, a dónde me lleves, sin adelantarme, sin
forzar el paso. Tus huellas serán mi única obsesión.
Ya no me
perderé buscando entretenimiento con lo absurdo, porque aburre y no se parece a
ti. Se terminaron las largas gestaciones en nidos ajenos que solo hicieron retrasarme
y no verte.
Hace tiempo
abandoné, por ti, por mi, por los dos, los pantanos de lodo donde acostumbraba nadar, ese
lugar donde se cuentan y se pesan al gramo las decepciones que han de partir y
que nunca debieron existir, porqué nunca fueron lo suficientemente buenas para repetir.
Ya no será
necesario derramar esos litros de soledades en vano, ahora son todos cuidadosamente
embotellados para morir ebrios de Amor el día que nos volvamos a cruzar.
Sin tu
saberlo he perdido el miedo a bailar en los desfiladeros con los fantasmas del
pasado, pues mi paso es firme y decidido y solo me conduce hacia ti.
Estés donde
estés ahora, me leas o no, te importe o no… No cejaré jamás en recuperar las
horas perdidas que los relojes del tiempo congelaron.
Ni te volveré a negar
cuando sienta tu olor cerca para besarme.